IMPERIO BIZANTINO

Historia de Bizancio enfocada principalmente en el período de los Comnenos

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Feedback Encuesta ¿Cuál fue la derrota más contundente en la historia del Imperio?

Posted by Guilhem en abril 28, 2011

¿Cuál fue la derrota más contundente en la historia de Bizancio?

La encuesta en cuestión, ¿Cuál fue la derrota más contundente en la Historia del Imperio Bizantino?, tenía por objetivo, tal como lo indica su enunciado, evaluar la opinión de los internautas al respecto. Planteada hace más de un año, debo decir que el número de respuestas, comparado con el número de visitantes de los últimos 12 meses (100.000 vistas contra poco más de 90 respuestas) francamente me decepcionó.  Quizá haya sido la mala ubicación asignada en el blog, o la dificultad que implicaba en el común de los visitantes el contenido de las preguntas involucradas, la razón de tan baja participación. Lo cierto es que toda encuesta debe tener un feedback, una devolución para todos aquellos que se tomaron el tiempo de responderla. Así, pues, ese es precisamente uno de los propósitos del presente artículo.

Yendo al nudo de la cuestión: ¿Ser o no ser? ¿Cuál es el batallón?

La encuesta comprendía un multiple choice que se muestra en el cuadro anexo:

Alternativas de la encuesta.

Justo es presentar en este punto una somera descripción de cada batalla que incluirá, entre otras cuestiones, su desenlace (todas acabaron en derrota para los imperiales) y sus respectivas consecuencias. Vamos pues a cada una de ellas, no sin antes dar a conocer los resultados de la encuesta:

Resultados de la encuesta. 

Yarmuk (636).

Enfrentamiento entre bizantinos y árabes. Las fuerzas imperiales llegaron extenuadas a la batalla, luego de una guerra larga e ininterrumpida contra el estado sasánida. Unos 200.000 hombres componían sus filas (según algunas fuentes de la época), pero la distinta procedencia de los mismos hacía que las líneas bizantinas estuviesen impregnadas de una gran cuota de heterogeneidad poco fiable al momento de entrar en batalla. Entre la ingente masa de soldados había árabes ghasánidas aliados, unos doce mil en total, quienes, junto a su príncipe, Jabalah ibn-al-Aiham al-Ghassani, defeccionaron al bando rival. Los árabes, por su parte, contaban con una fuerza integrada por unos 25.000 jinetes, peor armados, pero mucho más ágiles que la pesada formación cristiana. En medio de una tormenta de arena infernal, los generales bizantinos Vahan y Tritirio, de un lado, y el comandante musulmán del otro, dieron la orden de avanzar. Encadenados entre sí para evitar el desbande, los bizantinos pelearon sin valor; fueron aplastados y en su mayor parte terminaron muertos o cautivos. Yarmuk abrió a los invasores árabes la puerta trasera de las provincias romanas emplazadas entre Antioquía, al Norte, y la península del Sinaí, al Sur. De haber triunfado, los bizantinos quizá habrían borrado de una vez y para siempre la aventura islámica que estaba en proceso de gestación. No fue así y a poco, los árabes estarían golpeando a las puertas de Constantinopla, en medio del estupor de la abatida población de la capital.

Ciertamente Yarmuk fue una batalla de consecuencias nefastas para el devenir de Bizancio en los siguientes siglos. A corto plazo amputó numerosos territorios que rápidamente fueron islamizados y que la Cristiandad perdió de manera irreversible e irremediable. Sin embargo, la batalla no significó, ni de lejos, la firma del acta de defunción para el Imperio de Oriente, que en los siglos venideros aún sería capaz de pasar a la contraofensiva bajo la égida de Macedónicos y Comnenos. En suma, Yarmuk fue una batalla decisiva pero no determinante a la hora de analizar la debacle y el ocaso final de Constantinopla y sus dominios. Con todo, de 93 votos Yarmuk fue votada 16 veces, lo que no es poca cosa: el 17,20 % de los internautas que participó de la encuesta consideró, a diferencia de quien escribe, que la batalla de 636 estuvo entre aquellas que dictaminaron pena capital.

Pelecano (1329).

Batalla entre bizantinos y otomanos. Hacia el año 1320 Bizancio contemplaba con escozor y maniatada por propia incapacidad, cómo un estado emergente en la periferia del sultanato de Rum, el de los turcos otomanos, se expandía a su costa en dirección a las aguas del Mármara. El emperador en persona, Andrónico III Paleólogo ( 1328-1341), junto a Juan Cantacuzeno, pasó con algunas tropas a Asia Menor, para tratar de salvar allí las últimas hijuelas del Imperio: las grandes ciudades de Nicea, Bursa y Nicomedia. Agobiados por un proceso de descomposición acuciante, los bizantinos perdieron la batalla y estuvieron a un paso de perder también a su emperador durante el fragor de la lucha. Pelecano no fue un encuentro comparable a Mantzikert o a Yarmuk, dada su escasa relevancia en términos de participantes y bajas, pero dictaminó la suerte de la provincia de Bitinia, que los bizantinos cederían poco tiempo después.

Votada tan solo por 6 internautas, el 6,45% de la muestra considerada, Pelecano no hizo más que reafirmar una tendencia que se había iniciado más de un siglo antes, la senda de la debacle. Por tanto, en mi opinión, la refriega de 1329 fue algo así como la bala con que se remató al imperio moribundo, que sin embargo se tomaría otros cien años y un poco más, para expirar definitivamente (valga la metáfora).

Constantinopla (1204).

Lo paradójico que tienen las Cruzadas es que, habiendo sido convocadas para detener el avance del Islam, terminaron entregando a la Cristiandad oriental en los brazos de los musulmanes. 1204 fue sin duda un año nefasto para los cristianos que Roma señalaba como cismáticos, es decir, los cristianos de rito ortodoxo. La Cuarta Cruzada, predicada bajo el acicate de Inocencio III con el fin de despojar a los mamelucos de Egipto, de pronto se encontró avanzando por territorios cristianos adonde mancilló, saqueó, robó, violó, mató y asesinó de manera impía. La batalla de 1204 enfrentó en los mismos muros de Constantinopla, a bizantinos y cruzados (franceses y venecianos en su mayor parte).

El Imperio Bizantino, que bajo los Comneno había detenido finalmente el avance de los sarracenos en Asia Menor, empezó sin embargo a perder terreno en todos los frentes, bajo la dinastía de los Ángel. Bulgaria y Servia se rebelaron, la Tercera Cruzada ingresó en territorio imperial de manera altanera y amenazante, Cilicia fue abandonada a los armenios y Chipre cayó en la férula de un Comneno renegado, quien a la postre no tardaría en perder la isla en beneficio de Ricardo Corazón de León. La Cuarta Cruzada, bajo estas circunstancias, podría haberse empleado como la Primera, para volver a apuntalar las desvencijadas bases del Imperio. Pero los bizantinos, en los decenios anteriores, habían hecho lo indecible para ganarse el odio de los occidentales (matanza de latinos, 1182). La consecuencia inevitable de tanta miopía y falta de tacto fue que la Cruzada de 1204 penetró el perímetro amurallado de Constantinopla, dando inicio a una lastimosa diáspora de griegos con ansias de revancha. Steven Runciman grafica espléndidamente los alcances y resultados logrados por la Cuarta Cruzada: “Nunca hubo un crimen mayor contra la Humanidad que la cuarta Cruzada. No solo causó la destrucción o dispersión de todos los tesoros del pasado que Bizancio había almacenado devotamente, y la herida mortal de una civilización activa y aún grandiosa, sino que constituyó también un acto de gigantesca locura política. No llevó ninguna ayuda a los cristianos de Palestina. En lugar de ello les privó de sus potenciales auxiliares. Y trastornó todo el sistema defensivo de la Cristiandad” (Historia de las Cruzadas, volumen III, página 129).

La Cuarta Cruzada determinó el exilio de Bizancio; los griegos debieron mudarse a Nicea, Epiro y Trebizonda, entre otros lugares más recónditos, y no recuperarían su capital sino hasta 1261. Pero entonces, ya sería demasiado tarde para remontar vuelo… al ave fénix ya no le quedaban para ese momento ni recursos, ni fuerzas, aunque si un poco de maltrecho orgullo.

Constantinopla 1204 ha sido por lejos, la opción más votada (34 veces, el 36,56%) y los internautas que se inclinaron por ella, según mi parecer, tienen toda la razón en sindicar dicha batalla como la más contundente y determinante en la larga historia de Bizancio. Y es que después de aquél fatídico año el Imperio ya jamás volvería a ser el mismo como tampoco la Cristiandad Oriental, que nunca perdonaría semejante felonía a sus hermanos occidentales. Aún a día de hoy ambos brazos de la Cristiandad, pese a acercamientos ocasionales y en algunos casos sinceros, mantienen una prudente distancia del precipicio que las separa.

Mantzikert (1071).

Batalla entre bizantinos y turcos selyúcidas. A la distancia no parece descabellado afirmar que Mantzikert más que causa de la debacle bizantina fue una consecuencia, otra más, al igual que la debacle misma, de un proceso que se había iniciado muchos años antes. Tal vez habría que remontarse hasta la muerte de Basilio II el Bulgaróctono (1025) para empezar a recopilar pequeños detalles que, conformando al cabo un mosaico, podrían señalarse como la clave para entender el colapso que tuvo lugar al promediar la segunda mitad del siglo XI. La decadencia del sistema de soldados estratiotas, el encumbramiento de los terratenientes en Asia Menor, la falta de un candidato al trono con las mismas cualidades del Bulgaróctono, la irrupción en el poder del partido civilista, los recortes en el presupuesto militar que sobrevinieron poco después, la anexión de los estados armenios que servían como tapón o dique de contención en el Este (y en la que tuvo que ver Basilio II), el incremento de la presencia de mercenarios entre las fuerzas imperiales, todo, ayudó a desencadenar la tragedia aquel terrible día de agosto de 1071. En otras palabras, Mantzikert fue el corolario de una serie de gruesos desaciertos y al mismo tiempo constituyó el resultado de una secuencia de errores tácticos cometidos en el campo de batalla por Romano IV Diógenes. A estas alturas, la traición de Andrónico Ducas, ocurrida en el campo de batalla, es solo una anécdota que, no obstante, no deja de convalidar el grado de animadversión existente entre los dos partidos que se disputaban el Imperio en aquél momento.

Que los turcos selyúcidas y las hordas de turcomanos que les seguían hayan sido la mano visible que precipitó los hechos con la ocupación de gran parte de Asia Menor no debería ser motivo de aprensión si se considera cómo los bizantinos actuaron para con el desafortunado Romano IV. Sin mencionar la manera en que luego desperdiciaron sus recursos en una cruenta guerra civil que terminó vergonzosamente con la muerte de aquél. Otro tal vez habría sido el cantar si se hubiese aceptado el retorno de Romano a Constantinopla con el subsiguiente cumplimiento de los tratados firmados con Alp Arslan. Hablar luego de la sucesión de Romano en beneficio de otro candidato de la estatura de Nicéforo II Focas, Juan I Zimisces o del mismísimo Basilio II Bulgaróctono permite obviamente soñar con una restauración a la usanza de los macedonios. Pero todo ello solo es motivo para la especulación.

Como conclusión se puede decir que en el campo sangriento de Mantzikert los bizantinos se jugaron el destino de su Imperio. Los hechos, sin embargo, pusieron en evidencia que fueron muy pocos los que realmente se dieron cuenta de ello al momento de empuñar las armas y levantar los escudos. Un motivo más para reivindicar y rescatar del oprobio la actitud de Romano IV Diógenes, aunque Miguel Psellos se empecine en demostrar los beneficios de la nueva era Ducas con bonitos golpes de pluma.

Votada por 24 internautas entre 93, es decir, el 25,81% del total, Mantzikert también “pisa fuerte” en tanto que batalla decisiva, contundente y determinante. Y en cierta forma quienes la vinculan con la debacle irreversible de Bizancio tienen una alta cuota de razón. Si Romano IV hubiera triunfado en 1071, tal vez el Imperio habría conservado Asia Menor, lo que no era poca cosa si se considera que de sus tierras salían los mejores soldados del ejército imperial. No fue así; los bizantinos perdieron la batalla y sus vencedores se desparramaron por todos los themas asiáticos casi sin oposición.

Cartago (698).

Combate entre bizantinos y árabes. Las fuerzas islámicas, a la sazón, ya habían derrotado a los bizantinos en Yarmuk y Heliópolis, pero habían sido barridas con graves pérdidas frente a los muros de Constantinopla, entre 674 y 678. La batalla de Cartago, tal como lo indica su nombre, tuvo lugar cerca del solar de la otrora famosa urbe, en el actual Túnez. De un lado, los bizantinos, que acababan de recuperar Cartago, esperaban contener allí mismo el avance árabe. Con tal propósito, habían pedido ayuda inclusive a sus tradicionales rivales, los beréberes del Sur y los visigodos de España. Del otro lado, los musulmanes venían de conquistar Egipto, Cirenaica y la Tripolitana y, para reforzar su presencia en el lugar, se habían abocado a erigir una gran base de operaciones que denominaron Kairuán. Derrotados extramuros, los bizantinos se refugiaron tras los muros de la ciudad, que al cabo, fue conquistada y castigada a causa de su resistencia, con la destrucción. 4 votos para la batalla de Cartago representan algo así como el 4,30% del total. La derrota bizantina sentenció la pérdida de África para la Cristiandad. Más Bizancio estaba lejos y no constituyó un factor decisivo a largo plazo.

Myriokefalon o Miriocéfalo (1176).

Batalla entre bizantinos y turcos selyúcidas. En 1176 el emperador Manuel I Comneno se sintió al fin lo suficientemente fuerte y confiado como para jugárse las tornas en una gran campaña contra el sultanato de Rum. La idea era conquistar su capital, Qonya, y batir para siempre el poderío de los selyúcidas. Para ello reclutó a un ejército compuesto por alrededor de 20.000 hombres que, a la postre, sería la última gran fuerza expedicionaria que un emperador congregaría jamás hasta la caída de Constantinopla, casi trescientos años más tarde. Pero algo salió mal. El ejército imperial, aquejado por la disentería, fue emboscado y abatido en los desfiladeros de Tzivritze y el emperador debió regresar sin pena ni gloria. Manuel mismo comparó los efectos de su derrota con Mantzikert y hasta algunos contemporáneos llegaron a afirmar que, por causa del estrepitoso fracaso, el basileo no volvería a sonreír.

Votada por 6 internautas, es decir el 6,45% del total, Myriokefalon más que una batalla decisiva, fue la fosa común de numerosos sueños que ya no se podrían cumplir y de hecho, no se cumplirían jamás. La consecuencia inmediata de la batalla fue que el sultanato de Qonya se mantuvo incólume, aunque acusó el impacto de las cuantiosas bajas sufridas. No en vano Kilij Arslan mandó a los suyos a mutilar cadáveres para que su victoria no fuera puesta en entredicho por algún curioso empedernido ávido de conocer la verdad. La batalla de 1176 más que significar nuevas pérdidas territoriales representó un duro despertar a la cruel realidad: que el Imperio no era una fuente inagotable de recursos, y que sus fuerzas armadas, por más calificadas que estuviesen, no constituían el medio ideal para encarar la renovatio imperii. A la postre, la Historia se encargaría de demostrar que la muerte de Manuel tendría un peso relativo mucho mayor al de los sangrientos y dramáticos eventos ocurridos entre las paredes rocosas y los acantilados de Tzivritze.

Amorium (838).

Batalla entre bizantinos y árabes. En los años previos el Imperio y el Califato habían disputado grandes zonas fronterizas con suerte diversa, en la mayoría de los casos, con beneficios ostensibles para el bando islámico (conquista de Creta, por citar un caso). En 837 los persas se rebelaron contra el califa Mutasim y el emperador Teófilo (829-842) aprovechó la coyuntura para lanzar una devastadora campaña contra Samosata y Zapetra. Al año siguiente, los árabes se desquitaron invadiendo Asia Menor e ingresando tan lejos como Amorium, que asediaron y destruyeron. El episodio caló hondo en la conciencia de los bizantinos, ya que la floreciente urbe fue convertida en ruinas para las alimañas; además los vencedores martirizaron a 42 importantes miembros de la comunidad cristiana, que se negaron a convertirse al Islam. La batalla de Amorium no obtuvo votos y los internautas han dado en la tecla al no tenerla en cuenta, ya que se trató de un combate menor con ribetes de refriega fronteriza (aunque la ciudad se hallaba emplazada en el corazón de Anatolia).

Pliska (811).

Enfrentamiento entre bizantinos y búlgaros. Hacia el año 802 Nicéforo I se convirtió en emperador de Constantinopla. Para entonces los búlgaros constituían una peligrosa amenaza en los Balcanes, desde sus bases en Pliska. Los bizantinos habían sufrido algunos reveces pero el nuevo basileo estaba decidido a recuperar las antiguas tierras ubicadas inmediatamente al sur del Danubio. Al frente de un impresionante ejército, partió rumbo a la capital del líder búlgaro, que consiguió saquear sin inconvenientes. Pero de regreso, las tropas imperiales fueron sorprendidas y aniquiladas, muriendo el mismo emperador en el campo de batalla.  Al decir de Franz georg Maier, la catástrofe no fue, sin embargo, decisiva: “Esta derrota influyó en la evolución de las relaciones entre bizantinos y búlgaros a lo largo del siglo IX, pero no fue suficiente para contrarrestar los éxitos de Nicéforo en la reorganización de los recursos militares, navales y financieros. Estas reformas sirvieron luego de plataforma a las victorias posteriores (Bizancio, página 103).

La batalla de Pliska ha sido favorecida tan solo por el voto de un internauta (1,08% del total). Le damos, pues, la razón a Franz Georg Maier: dos siglos después Basilio II (976-1025) se pasearía exitosamente a lo largo y ancho de los Balcanes, luego de someter el reino de Bulgaria.

Heliópolis (640).

Batalla entre árabes y bizantinos. Hacía tan solo cuatro años que Bizancio había perdido Tierra Santa hasta Siria, excepto algunos enclaves que no tardarían también en sucumbir. En 640 le tocó el turno a Egipto y en Heliópolis una fuerza musulmana compuesta por cerca de veinte mil hombres se enfrentó a una similar que los bizantinos habían puesto bajo el mando de Teodoro. El comandante árabe, Amr ibn al-As, apeló a un plan operacional que, a la postre, se revelaría en extremo efectivo. Dividió a su ejército en tres partes; una sección debía aguantar el peso inicial de la batalla; la segunda se apostaría fuera de la visión de los romanos, para sorprenderles desde la retaguardia y, finalmente, la tercera entraría en combate una vez que los bizantinos hubiesen sido puestos en fuga. El plan funcionó de maravillas y, a poco, Amr ibn al-As, se encontró con que la última fuerza enemiga capaz de cerrarle el paso hacia el corazón de Egipto, huía a galope tendido en todas las direcciones.

Un voto también para Heliópolis, la batalla que abrió el norte de África a los conquistadores musulmanes. Fue sin dudas un encuentro decisivo solo si se considera lo limitado de su alcance: Egipto, uno de los mayores graneros del Imperio. Constantinopla acusó obviamente el golpe pero, a la larga, hallaría la manera de sustituir aquella importante zona cerealera.

Serres (1196).

Enfrentamiento entre bizantinos y búlgaros. La revuelta búlgara se había encendido en el norte de los Balcanes, luego de casi doscientos años de dominio bizantino. Una serie de éxitos dio a Iván Asen I la confianza suficiente como para internarse en territorio imperial y derrotar cerca de Serres a un contingente romano. Pero al regresar a sus territorios, el líder búlgaro cayó victima de una celada y la marejada sobre el Imperio comenzó a ceder. La batalla de Serres fue votada tan solo por un internauta (1,08%) y pese a tratarse de un enfrentamiento decisivo, no fue determinante en la debacle definitiva que sobrevendría ocho años más tarde, con la Cuarta Cruzada.

Conclusión.

Constantinopla (1204): 34 votos (36,56%).

Mantzikert (1071): 24 votos (25,81%).

Yarmuk (636): 16 votos (17,20%).

Myriokefalon (1176): 6 votos (6,45%).

Pelecano (1329): 6 votos (6,45%).

Cartago (698): 4 votos (4,30%)

En ese orden, las susodichas derrotas han sido escogidas por los internautas como reveces determinantes en la debacle que acabó con la conquista de Constantinopla por los turcos otomanos, acaecida el 29 de mayo de 1453. Si hemos de analizar la caída de los imperios a través del prisma de los hechos desgraciados, la Cuarta Cruzada (1204) lleva amplia ventaja como factor determinante de la decadencia de Bizancio, inclusive considerando a Mantzikert, Yarmuk y Myriokefalon juntas.

Autor: Guilhem W. Martín. ©

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16 respuestas to “Feedback Encuesta ¿Cuál fue la derrota más contundente en la historia del Imperio?”

  1. José said

    Hola, ante todo felicitaciones por la página, lamento que en tantos años recién haya podido encontrarla y es que en muchos casos uno no espera encontrar trabajos de tal calidad sobre el imperio Bizantino.

    Aunque sin duda es viable que en 1204 el imperio tuviese capacidad de recuperación (al menos militarmente) creo que la marcha atrás era irreversible, principalmente por las condiciones económicas de la época (traigo a colación la frase de Isaac Asimov, «la fuerza económica del imperio se había perdido casi por completo»). La capacidad de controlar el comercio en el mediterráneo oriental era la única vía por la cual Constaninopla podía recuperar los ingresos perdidos por la ocupación turca de Asia Menor y lamentablemente el poder comercial estaba en manos de los venecianos y genoveses. Sin duda estos eran el peor lastre para el imperio y creo que a menos que se hubiese podido neutralizarlos (y para ello en primer lugar identificar sus privilegios como un factor negativo) cualquier recuperación territorial/militar no sería más que un espejismo.

    Incluso si se reformase la economía se hubiesen necesitado décadas para estabilizarla y sencillamente tiempo era algo que no tenía Constantinopla. Cien años (antes de los otomanos y los serbios) suena mucho para nosotros, pero creo que hasta ese lapso de tiempo se antojaba corto para la recuperación.

    Es un hecho que el imperio estaba hipotecado desde fines del siglo XI (por los privilegios italianos). Alejo sencillamente hizo lo único que le quedaba por hacer y de hecho esos 3 siglos de vida que le dio al imperio era lo máximo a lo que se podia aspirar con o sin el saqueo de 1204.

    Siempre estaré con los que piensan que el Imperio murió junto con el gran Bulgaroktonos.

    • Guilhem said

      Hola José. Muchas gracias por tu comentario. Sobre lo de Asimov, el mismo autor se encarga de puntualizar… «se había perdido casi por completo» dice al respecto de la fuerza económica del Imperio. Pero tras la irrupción árabe y la perdida del granero de Egipto, el golpe económico aún había sido más atroz. Es cierto que en 1204 los italianos se habían apoderado del comercio de larga distancia. Pero hasta 1180 hubo una flota en pié que aún ponía algo de límite a los atropellos latinos.

      Saludos y gracias de nuevo,
      Guilhem.

  2. José Palacín said

    Personalmente considero Myriokefalon la derrota más letal para el Imperio Bizantino; no tanto en lo militar, ni siquiera en lo territorial, pero sin embargo es un golpe moral irreversible puesto que desde entonces Bizancio pasó a la defensiva y si el Imperio no cayó antes fue en gran medida por la irrupción de los Mongoles. El autentico problema de esa batalla fue la dirección de Manuel, mal aconsejado, confiado en exceso al comienzo y destruido psicológicamente tras el primer contacto con los tursos en el desfiladero. Fue una lástima que Manuel, al igual que en Hungría, no hubiese dejado su ejército en manos de Andróniko Kontostephanos. Me atrevo a asegurar casi 100% que el resultado hubiese cambiado seguro y que Bizancio hubise tenido otra oportunidad.

    • Guilhem said

      Hola José. Y sin embargo, Bizancio, tras Myriokefalon no perdió territorios: lo que es más, en 1177 obtuvo una gran victoria en el Meandro, y en 1179, en Claudiópolis de Bitinia, cuando los turcos estaban a punto de tomar dicha fortaleza y Manuel, saliendo casi sin pertrechos ni tienda real, los desalojó inmediatamente del lugar. Otro factor a tener en cuenta es que desde la batalla de 1176 a la muerte de Manuel, en 1180, solo transcurrieron 4 años. Y de allí en adelante, hasta 1186 (fecha de la pérdida de Bulgaria) se sucedieron no menos de tres emperadores, tiempo suficiente como para revertir cualquier impacto sicológico que, en suma, solo había perforado la moral de Manuel. Tampoco es aconsejable basarse en Nicetas Choniates como fuente indiscutible para analizar la batalla: Nicetas es ante todo anti-occidental (vivió en persona el asunto de la IV Cruzada) y, en consecuencia, también es archi anti-Manuel. Sigo creyendo que la IV Cruzada se lleva el primer puesto en la suma de todos los males de Bizancio, la causa que determinó para siempre que no hubiese durante largos decenios una oportunidad a lo Comneno tras Mantzikert, para recuperar al Imperio de la Mantzikert del siglo XIII (IV Cruzada).
      Saludos,
      Guilhem.

      • José Palacín said

        Hola Guilhem, como expliqué en mi comentario, efectivamente no hubo pérdidas territoriales tras la derrota en el fuerte de Myriokefalon pero Manuel, aunque tuvo alguna reacción esporádica (como bien mencionas) entró en un estado general de depresión anímica. Eso destrozó su salud y sin duda su muerte prematura dejó a Xena en una regencia condenada al fracaso, y más cuando su primo el psicópata se lanzó a la conquista del poder. Quizás uno de los pocos errores que cometió Andróniko Kontostephanos fue el permitir el acceso de las fuerzas de ese majadero hasta Constantinopla. Tras el desgobierno de éste ya la suerte estaba echada para el imperio. La nobleza había sido cercenada, el ejército había perdido fidelidades, la economía destruida y la nueva dinastía no dio la talla en general.
        La afrenta latina, y en eso estoy de acuerdo contigo, fue el golpe de gracia, pero recuerda que cuando en la II Cruzada las hustes occidentales se presentaron ante los suburbios de Philopathum ni se atrevieron a soplar contra los griegos porque Manuel y su Imperio tenían la capacidad de enfrentarlo, sin embargo en 1204 los cruzados se lanzaron como hienas y violaron el corazón del imperio sin apenas resitencia. Y lo que hay en medio de esos dos acontecimientos que acabaron de forma tan distinta es para mi las consecuencias de Myriokefalon. Un abrazo y enhorabuena por tu página y tu obra en general. Es sencillamente espectacular e ingente.

      • Guilhem said

        Hola de nuevo, José. Me alegra muchísimo saber que conoces o estás al tanto de la historia de Bizancio. Alejo I Comneno levantó al Imperio de las cenizas en un lapso de 25 años, desde 1081 a 1106, un poco más si consideramos todo su reinado. ¿Crees sinceramente que el Imperio de 1081 estaba en mejores condiciones para levantarse que el Imperio de 1180? En 1081 Asia Menor, en su totalidad (excepto Trebizonda), estaba en poder de los turcos; los normandos se abrían paso incontenibles por la zona del Epiro a través de la vía Ignacia; los pechenegos y uzos saqueaban los Balcanes a su antojo; los turcos marineros de Tzachas amenazaban el comercio egeo con su naval recién creada; Abul Kasim se hallaba cómodamente establecido en Nicea; la flota imperial casi no existía; los soldados campesinos eran un eco débil de un pasado reciente; abundaban los mercenarios entre las filas bizantinas; existían amenazas latentes de conspiradores y golpistas; la nobleza dominante era la citadina; hacía poco se había consumado el Cisma de 1054… En 1180, por el contrario, el ejército imperial y la flota eran temibles y gran parte de los mismos estaban integrados por griegos; Constantinopla era la ciudad más populosa de Europa y el Cercano Oriente; el Imperio estaba firmemente sometido al poder central detentado por miembros de la aristocracia militar; había habido una apertura sin precedentes de Oriente hacia Occidente que se había manifestado no solo en el terreno de técnicas militares y armamento, sino también en el de las ciencias; se habían establecido intentos de aproximación nuevamente con Roma; las fronteras estaban intactas; la pronoia militar había alcanzado su punto más álgido bajo su variante condicional (el emperador la retiraba si no se cumplían determinadas condiciones, o los derechos regresaban a la corona a la muerte del pronoiario beneficiario); la Iglesia oriental seguía sometida a la voluntad del dominus et sacerdos (emperador); la economía aún se movía pese al alto grado de expropiación impositiva producto de la ambiciosa política expansionista de Manuel; Asia Menor en un 40 o 50 por ciento se había recuperado, y la porción recuperada era la más fértil (valles de ríos y litoral costero); Antioquía y Jerusalén estaban bajo el protectorado imperial y aun había guarniciones bizantinas en Cilicia; Manuel legaba una plantilla de generales capaces y valerosos a sus sucesores… Es verdad que el efecto sicológico de la derrota fue muy grande para él: lo cual contrasta con aquél otro Manuel de 19 años, picando espuelas y lanzando un contraataque temerario contra los danisméndidas en Neocesarea (bajo la furiosa mirada de su padre, Juan II), en 1139. ¿Habrán influido los achaques de la edad y las cuentas pendientes que todo el mundo ha de enfrentar cuando la parca está a punto de hacer su intempestiva visita? Es probable… pero sigo pensando que con un gobernador competente que le hubiese sucedido, el ciclo de recomposición y nueva expansión habría superado al que se iniciara en tiempos de Alejo I. Pero solo es una opinión. Muchas gracias por tus atentas palabras.
        Saludos,
        Guilhem.

      • José Palacín said

        Hola de nuevo. Las palabras de elogio a tu obra las mereces. Respecto a lo que nos ha introducido en este debate. Es cierto que la situación tras Manzikert era desastrosa en todos los terrenos. Sin embargo solo un matiz; has hablado de enemigos en el norte y occidente como pechenegos, búlgaros, insurrecciones balcánicas, estos eran tribus molestas pero superables a base de tretas, sobornos, prebendas dinásticas, razzias, etc… pero pero existe un ingrediente nuevo tras Myriokefalon, la implantación de los latinos en el corazón del imperio. Si la I Cruzada fue llamada por Alexios y tuvo consecuencias desiguales, tras la implantación de los reinos latinos en Bizancio con una convivencia tumultuosa durante 4 generaciones acabó ocurriendo que irónicamente los occidentales se acabaron convirtiendo en realidad en una quinta columna de los infieles. Perdona si soy un poco simplista en esta frase pero considero, y es una opinión en la que puedo estar errado, que en 1080 el imperio a pesar de estar estadísticamente peor sin embargo dependía más de si mismo. Pero estoy de acuerdo que si en vez de Andróniko a Manuel le hubiese sucedido otro gobernante más capaz, la situación hubiera podido ser reversible. Saludos, gracias por contestarme. Y una petición si es posible. Ya que la has mencionado ¿Puedes contarme algo sobre Neocesarea en tiempos de la campaña de Iohanes II? No consigo información. Gracias

      • Guilhem said

        Claro, será un placer. Hacia finales del año 1138 el emperador Juan II (1118-1143) había finalizado una gran expedición en Cilicia y Siria que le había permitido subyugar a los armenios y reducir la animosidad del principado de Antioquía. En ese entonces había no obstante un peligro mayor que se proyectaba sobre el imperio y que procedía tanto del interior como del exterior: la familia Gabras de Trebizonda buscaba evadirse de la autoridad imperial y había establecido un acercamiento amistoso con los danisméndidas de Sebastea (Sivas) y Cesarea Mazacha. La seguridad del tema de Armeniakon había sido puesta en entredicho y Juan II preparó a sus tropas y, junto con Manuel y el resto de sus hijos, marchó rumbo al Ponto. Sivas y Cesarea, emplazadas más hacia el corazón de Anatolia, estaban demasiado lejos como para hacer un intento contra ellas, de modo que el objetivo escogido fue la más cercana Neocesarea, a la sazón, Niksar para los turcomanos y danisméndidas. En mayo de 1139 Juan II concentró al ejército imperial en sus bases de Lopadio, cerca del mar de Mármara, y partió en campaña bajo el solsticio de invierno. Según Nicetas Choniates, el invierno de ese año fue por demás despiadado, y gran parte de las bestias de carga y caballos de batalla perecieron en el trayecto, mientras que muchos soldados bizantinos perdieron la vida en emboscadas.
        En los alrededores de la ciudad se mantuvieron numerosos enfrentamientos. En uno de ellos, mientras las fuerzas imperiales estaban siendo puestas en retirada, Manuel Comneno, lanza en mano, se abalanzó contra las filas enemigas en una carga de caballería temeraria que contagió a sus soldados de inmediato. A poco toda la caballería en pleno le seguía en bloque persiguiendo al enemigo. Juan II, al mismo tiempo que reprobaba la acción de su hijo, agradeció que la batida no tuviera consecuencias trágicas: nadie, ni el orgullo salió lastimado. Acto seguido, el emperador en público ensalzó el arrojo de Manuel, pero ni bien ingresados en la tienda imperial, le azotó con un látigo de ramas de sauce y le ordenó jamás volver a intentar enzarzarse con el enemigo en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo o en combate cerrado.
        Los combates continuaron, hasta que un sobrino del basileo, llamado también Juan (hijo del sebastocrator Isaac Comneno), se pasó a las filas turcas (más tarde contraería matrimonio con una de las hijas del sultán de Qonya). Temiendo que el traidor revelase los serios contratiempos que padecía el ejército imperial (falta de víveres y de caballos de batalla), Juan II resolvió retirarse sobre sus pasos: regresó a las costas del Mar negro y re-emprendió el regreso a Constantinopla. Corría entonces el verano del año 1140.
        La principal fuente es Nicetas Choniates, en el primer Libro de su obra, Historia, dedicado a Juan II Comneno.
        Saludos,

        Guilhem.
        Nota: hacia 1139 Neocesárea estaba bajo el poder del emir danisméndida de Sebastea, Nasir al-Din Mohamed (1134-1142), hijo del famoso Malik Ghazi Gumushtekin (emir con quien los danisméndidas habían conocido el apogeo de su esplendor).

      • José Palacín said

        Muchísimas gracias. Conocía la historia del traidor Juan pero no sabía exactamente si Neocesarea había caido finalmente tras la carga de Manuel y por tanto en que manos había quedado esa ciudad tras esa expedición. Tú me lo has aclarado y entiendo que Neocesarea se mentuvo en manos turcas. Mi libro de Choniates son hojas fotocopiadas y le faltan 20 o 30 páginas (una de ellas es esa precisamente) y otro episodio que me falta es el que describe la situación exacta de Manuel en el momento en que es llamado por su padre en tras su accidente de caza. Un saludo

  3. Ricardo(Norte) said

    O sea que, desde el punto expuesto por vos, esta derrota fue un «no hay mal que por bien no venga». Se perdio territorio, recursos humanos (volatiles) pero al ganar algo de homogeneidad se pudo enfrentar de manera mas eficaz a un enemigo duro de roer. Lamentablemente a la larga todas esas poblaciones cristianas sean coptas, nestorianas, etc. que pensaban que con la retirada del imperio se verian beneficiadas en cierta medida (pues suponian librarse del «yugo» del Patriarcado de Constantinopla) se dieron con un terrible golpe al tener que adaptarse a disgusto a la forma (algo arcaica) de los arabes respecto a su forma de sometimiento respecto de poblaciones vencidas. Vaya sea dicho de paso que los que la peor se la llevaron fueron las poblaciones monofisitas (creo no equivocarme) de Tripolitania, la Byzacena, hasta Septem que practicamente fueron barridos (sino como explicar la inexistencia de cristianos desde libia a marruecos)pero ello en parte (hay que reconocerlo) por la feroz resistencia al invasor. Asi resulta comprensible (solo respecto al circulo Egipto, Palestina, Siria) como el Imperio pudo resistir tantos siglos. Fue una derrota para volver a comenzar, no como Manzikert que fue un punto de no volver ya que permitio la instalacion definitiva de los turcomanos en la meseta anatolia y que dio como resultado miryokefalon. Bueno fue un pequeño (acertado o no) analisis luego de tu respuesta. Gracias por la mismas. Saludos desde Tucuman.

    • Guilhem said

      Buen punto Ricardo. Si me dieras a elegir yo preferiría haber conservado todas las provincias intactas bajo la autoridad imperial. Si te detienes a buscar una analogía contemporánea, se me ocurre el caso de la URSS (Unión Soviética), que tras el colapso de 1989 perdió aquellas regiones que no eran tan afines a Rusia (lo que quedaría de la URSS). Y si ves a Chechenia, hoy le causa a los rusos más problemas que beneficios, dado que es un país «no homogeneo» con la idiosincrasia eslava (quizá por su ascendencia islámica devenida de los tiempos de la Horda de Oro y del período tártaro). Respecto a lo que señalas acerca de la inexistencia de cristianos luego de la conquista del norte de África, recuerdo un excelente trabajo al respecto de Francisco Aguado Blazquez. Él sostenía que la llegada del invasor musulmán destruyó los sistemas de riego que servían de sustento para la población sedentaria romanizada de las provincias que tu citas. La consecuencia fue que dicho territorio se vació de ciudades en beneficio de tiendas de campaña de beréberes y mauritanos.
      Saludos,
      Guilhem

      • NORTE said

        Exacto Guilhem! lo ideal hubiese sido conservar las provincias, mas si tenemos en cuenta que tanto Egipto como las provincias de Tripolitania, Byzacena o la Tingitana eran cerealeras por excelencia. No se si nos referimos ambos al trabajo en pdf de Aguado Blazquez pero si es el que lei, es sumamente interesante y completo y ahi vemos como los arabes en realidad dieron el golpe de gracia a la Romania africana ya que la misma habia sido vapuleada por la invasion de los vandalos al desorganizar y dejar a la buena de Dios inmensos territorios que fueron ocupados por tribus bereberes mientras ellos se quedaban en las ciudades. Con respecto a Chechenia la cuestion es algo mas complicada fundandose en el aspecto religioso que hace mas complicada una «integrasion» al cuerpo ruso mas alla de que existan musulmanes rusos en otra republicas de la CEI. Es caldo de cultivo al integrismo como se ve y a la intolerancia. Un abrazo

  4. Ricardo(Norte) said

    No se si se publico mi anterior pregunta querido cordobes pero vuelvo a repetirla: Como es posible que luego de la guerra de desgaste contra Persia el imperio pudiera reunir la gigantesca cantidad de 200.000 hombres???
    Desde ya gracias de nuevo.

    • Guilhem said

      Hola Ricardo. Es verdad, las fuentes son divergentes en torno al número de combatientes que componían las filas imperiales. Sin embargo, las tropas bizantinas eran muy superiores a las árabes: procedían en gran medida de Siria, Asia Menor y Egipto, sin contar los contingentes suministrados por los vasallos Ghasánidas del Imperio. Si consideramos que el último gran ejército reunido por un emperador fue el que se enfrentó a los turcos selyúcidas en Myriokefalon (bajo Manuel I Comneno), en 1176, unos 25 mil soldados, y que el anteúltimo fue el que resultó batido en Mantzikert (alrededor de 50 mil hombres), en 1071, pues no es descabellado afirmar que, hacia el siglo VII, Heraclio pudo despachar una fuerza de no menos de cien mil hombres, dado que el Imperio por entonces casi triplicaba en tamaño al estado que llegara a regir Romano IV Diógenes en 1071.Sus recursos, aunque menguados, sobrepasaban con creces a los del siglo XI y XII. Sin embargo, la moral estaba baja por la reciente guerra contra los persas y, sobre todo, por las disputas teológicas sostenidas contra monofisistas, monotelistas, nestorianos y coptos, en Oriente. De manera que la fuerza que se enfrentó a los árabes en Yarmuk no tenía ni cohesión, ni moral, aunque su número cifrara.

  5. Ricardo(Norte) said

    Hola estimado cordobes, tanto tiempo, puntualmente y yendo a lo que fueron las derrotas mas decisivas, no ire al primeramente al quid de la cuestion sino solamente a consultarte puntualmente de la batalla de yarmuk. Mi duda recae principalmente en el porque…si el imperio (romano) estaba tan extenuado tanto en recursos humanos como economicos luego de la guerra de desgaste (que a mi entender fue la gran guerra del siglo VII) contre Persia, pudo juntar una masa de aprox 200.000 hombres???? Digo en base a lo que vos pusiste, ya que algunos autores sostienen que esa es la version musulmana y dan otras cifras mas bajas de ambos omponentes. Desde ya muchas gracias. Y, con respecto a cual batalla fue la derrota mas contundente…pues en base a lo expuesto fue esta, porque permitio el surgimiento de una religion que si no hubiese logrado esta victoria probablemente hoy seria mirada como una secta cristiana mas, bueno, es mi humilde opinion.
    Me voy por ahora no sin antes felicitarte por la execelente pagina.
    Saludos desde Concepcion, Tucuman.

    • Guilhem said

      Hola Ricardo:
      Con respecto a si Yarmuk fue «la gran derrota», yo me sigo inclinando por la Cuarta Cruzada y aún, por Mantzikert. Yarmuk fue una derrota grave… vaya si lo fue. Pero tuvo un aditamento positivo: hasta 636 el Imperio era un vasto territorio con graves falencias internas, principalmente religiosas y de identidad, que socavaban sus cimientos. La derrota de Yarmuk supuso una limpieza en la estructura del estado bizantino: el imperio se helenizó, los monofisistas, nestorianos y coptos quedaron fuera de su perímetro y los valiosos pero contados recursos pudieron ser destinados a servir en la defensa de una unidad mucho más homogénea y asequible. De todas maneras, la elección de la derrota más contundente es pasto para la subjetividad.
      Saludos y muchas gracias por tus valiosos aportes,
      Guilhem

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